domingo, 19 de julio de 2009

Era una calle larga y angosta. La intensa neblina hacía que el frío corriera en la sangre de mis venas. Las flores del parque adornaban el triste escenario de aquél oscuro y sombrío invierno. A lo lejos se escuchó el estremecedor sonido de un caballo ,al instante dí vuelta : al jinete negro con su honorable corsel blanco, supuse otra vez que venía a buscar a su dulce doncella a la casa que se encontraba frente al parque. Allí se detuvo y bajó de su corsel a tocar la puerta de tan afortunada mujer , a la que otra vez llevaría a conocer las maravillas del inframundo ,donde todos los días y a la misma hora me imaginaba ese fantasma que me atormentaba.


Berenice.

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